Participación activa en proyectos sociales. Ideas para hacerlo posible.

La participación se ha convertido en el principal enfoque de la intervención social, aún así vemos a menudo en proyectos sociales que no se ha cambiado la lógica subyacente hacia relaciones más horizontales entre todas las personas involucradas. En los siguientes párrafos se introduce al por qué de la participación, para luego dar recomendaciones puntuales para la elaboración de un proyecto social participativo de verdad.

Durante siglos la forma común de aportar un granito de arena para mejorar el mundo ha sido a través de actos filantrópicos o asistencialistas. Estos actos – realizados por individuos, iglesias, agrupaciones sociales, organizaciones o instituciones públicas – consisten principalmente en suministrar dinero, bienes o servicios para las necesidades inmediatas que se cree que tiene la gente a la que se destina esa ayuda.

En contextos de crisis humanitaria, esta puede ser una forma rápida y efectiva de garantizar la sobrevivencia de personas vulneradas o en alto riesgo, pero es un enfoque limitado para mejorar sustentablemente el bienestar de las personas. El asistencialismo no es mucho más que ponerle una cura a una herida que no para de sangrar, lejos de mitigar las causas de la hemorragia y evitar el accidente o enfermedad que la causó.

Debido a la falta de enfoques más preventivos y adaptados a las realidades locales, disciplinas como el Trabajo Social se han esforzado en encontrar maneras más holísticas para mejorar el bienestar de personas, grupos y sociedades enteras a través de proyectos sociales.

Parece que para este nuevo enfoque la clave ha sido la incorporación de la participación en los proyectos sociales. No obstante, la participación muchas veces no va más allá de un acto simbólico, por lo que la sola mención de la participación no convierte a la metodología de trabajo en participativa de verdad.

La participación y sus implicaciones

Cuántos proyectos sociales no terminan su evaluación con frases como la siguiente: “en el evento participaron cuarenta personas, de las cuales 24 fueron hombres y 16 mujeres”, obviando que de dichas cuarenta personas solamente tres levantaron su voz al final del evento para agradecer a las personas que expusieron. No cualquier participación es, por lo tanto, una participación de verdad. Para una mejor diferenciación suelo hablar de participación bancaria, vs. participación activa, la de verdad.

Para esta diferenciación es inevitable recordar las enseñanzas del educador brasileño Paulo Freire y su concepto de educación bancaria. En la escuela era común tener clases en las que el/la maestro/a nos mandaba a memorizar textos, fechas, fórmulas y conceptos para pasar el examen. Apostaría que muchos nos preguntamos más de una vez: “¿y esto para que me va a servir en la vida real?”. Bueno, esa es la educación bancaria, cuando un/a educador/a deposita información, esperando que ésta sea archivada acríticamente, sin considerar el aporte que estudiantes pueden hacer al proceso educativo.

Lo contrario es la pedagogía popular, la de la liberación, de la pregunta y del diálogo, aquella en la cual el proceso de aprendizaje se fundamenta en las personas que se están educando, es decir que la educación construye sobre la propia experiencia y contexto los nuevos conocimientos. Por ejemplo, cuando recordamos las anécdotas de nuestros abuelos/as para discutir sucesos históricos o cuando observamos los cambios en nuestros cuerpos durante la adolescencia para estudiar el desarrollo sexual de hombres y mujeres.

Reconocer que esta segunda forma de pedagogía es más adecuada para un proceso educativo, significa también reconocer que las personas son personas con acción, que sienten, piensan y tienen opiniones, personas que pueden ser protagonistas de los procesos sociales que se dan en su entorno. Traducido nuevamente al plano metodológico, esto implica formular el proyecto alrededor de la participación, asegurando así el protagonismo de las personas en todas las fases del proyecto y estableciendo relaciones horizontales entre quienes facilitan el proyecto y a quienes está destinado. Vamos a ver cómo.

Realizar proyectos sociales con participación activa

Primero, partimos de una estructura básica de elaboración de proyectos que consiste en diagnóstico, formulación, implementación y evaluación. Para que un proyecto social sea participativo, se requiere la participación de la población en todas las fases del proyecto.

El diagnóstico participativo es esencial para atinar no solamente las problemáticas que se quieren solucionar, sino también para consensuar con la población el cómo solucionar esa problemática. La clave aquí es habilitar el ambiente para que la población hable, dialogue e intercambie. La dinámica que se da entonces es la de un diálogo de saberes, experiencias y sentires que puede tener diversos beneficios, como la mejora en la comunicación intracomunitaria, la concientización de problemáticas y soluciones, la creación de una identidad colectiva, la adopción de compromisos, etc.

La organización impulsora del proyecto en esta etapa tiene la función de facilitar el diálogo (con preguntas claves y asegurando la participación democrática) y de escuchar activamente, para luego traducir lo escuchado en un proyecto social. El objetivo es, que la población se apropie del proyecto, siga participando en las demás fases del proyecto y que los resultados e impactos sean sostenibles después de finalizar el tiempo formal del proyecto.

La formulación participativa de proyecto es probablemente la fase que requiere mayor capacidad de negociación, pues no solamente es un proceso entre la población y la organización impulsora del proyecto, sino también influyen los requisitos de la institución donante o financiadores. Es especialmente tediosa esa relación cuando se requiere la aprobación de la institución financiadora y de los primeros recursos económicos antes de poder ir a campo a hacer un diagnóstico.

En este caso es recomendable involucrar en el proyecto una organización o cooperación local que tenga experiencia de campo con la población con la que se quiere trabajar o incluso buscar el diálogo con algunos actores claves de la comunidad, con tal de tener una visión más contextualizada de la realidad local. En un primer momento también conviene formular el proyecto de manera que sea posible ajustar su estructura y contenido según lo expuesto por la población en el proceso participativo.

En la implementación del proyecto hay diversas maneras de mantener la lógica dialógica-participativa, pero con un enfoque en la acción. Un proyecto sobre agroecología, por ejemplo, puede incluir el intercambio de experiencias en visitas a diferentes fincas y aprender prácticas específicas como el examen de suelo o la elaboración de fertilizantes orgánicos.

Un proyecto de vivienda autogestionada puede requerir un taller sobre las políticas públicas de vivienda para que el colectivo use las bases legales para defender su derecho a la vivienda. Un proyecto de salud sexual reproductiva puede inducir la creación de una red de promotores para compartir los conocimientos en los diversos círculos sociales de una comunidad.

La idea es clara: se trata de que la población actúe, mientras que la organización impulsora se queda al margen del proyecto, asumiendo responsabilidades logísticas, financieras y de acompañamiento.

El proyecto finaliza con una evaluación participativa (ojalá a corto, mediano y largo plazo), para discutir sobre los aciertos y carencias del proyecto. Es importante recalcar que esta evaluación participativa no tiene el objetivo central de satisfacer los requisitos de la institución donante, sino para sostenibilizar los aprendizajes y procesos impulsados.

Con un enfoque retrospectivo y prospectivo se debe contar nuevamente con un espacio de diálogo, para reflexionar críticamente sobre los procesos que se dieron durante el proyecto y discutir la ruta a seguir a partir de ahora, ya que normalmente los proyectos sociales se formulan como impulsores de desarrollo, y se pretende que estos procesos de desarrollo han de seguir su curso después de terminar el tiempo formal del proyecto.

Esta evaluación es inherentemente cualitativa y colectiva, pero si desde la organización impulsora se decide realizar una evaluación cuantitativa puede ser interesante aprovechar el espacio de diálogo para discutir dichos datos cuantitativos recogidos en forma de una validación participativa.

Conclusiones

Elaborar proyectos sociales participativo de verdad (o activos) no es un asunto fácil, se requiere de flexibilidad, habilidad de escucha y mucho tiempo en campo. Pero al final hay que recordar, que trabajar con personas es complejo, pues no es exagerada la afirmación de que cada cabeza es un mundo. Por eso mismo es tan importante esforzarnos a escuchar esos mundos y a partir de ahí proponer proyectos que tengan el potencial de un cambio social, la mejora del bienestar o la solución de un problema en el largo plazo.

El esfuerzo, además, se paga doble, pues el impacto del proyecto superará el objetivo inicial en esferas tanto individuales como colectivas. Uno de los efectos más significativos en el contexto actual es el fortalecimiento del tejido social. A partir de este se pueden dar dinámicas de ayuda mutua y de acción colectiva en situaciones totalmente ajenas al proyecto, creando un cimiento social capaz de impulsar un desarrollo desde lo interno de los protagonistas. 

Hasta aquí mis recomendaciones para un proyecto social participativo de verdad. Y vos, ¿qué otras recomendaciones tenés?

Lectura recomendada:

Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI

Link para descargar: https://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/general/FreirePedagogiadelOprimido.pdf 

¿No hay tiempo para leer 175 páginas? Aquí un video para introducirse a la lectura:

Conocimiento no compartido, conocimiento perdido ¿Qué es la gestión del conocimiento?

El conocimiento es uno de los activos más valiosos de las organizaciones, sin embargo es común que se fugue con los colaboradores cuando estos se van o se retiran. Esto incluye las habilidades técnicas reflejadas en las prácticas diarias al realizar tareas específicas. Pero también, el conocimiento adquirido a través de la experiencia en ámbitos personales, culturales y de contexto que todos incorporamos en la forma en que trabajamos. 

Las organizaciones enfrentan el reto de retener el conocimiento importante para crecer y ser más eficientes por la falta de una estrategia efectiva para su gestión. Desaprovechando así el aprendizaje que generan sus trabajadores en proyectos o programas con el potencial de contribuir a la mejora continua de las prácticas de una empresa.

En ocasiones atributos sociales como, liderazgo, empatía o la escucha activa pueden tener una gran influencia a la hora de cerrar un trato o resolver un conflicto en un  proyecto. Las conexiones personales, por ejemplo, pueden contribuir más en la adquisición de clientes que seguir al pie de la letra un procedimiento. Identificar los aspectos del contexto que fueron favorables o perjudiciales durante la ejecución de un proyecto más allá de las métricas puede ser de gran utilidad para implementar estrategias más eficientes en el futuro. 

Generalmente estos conocimientos no son tan visibles y fáciles de articular porque se encuentra en la experiencia individual y colectiva de las personas.

En este punto te pregunto,  ¿Sabés  cuáles son los factores que hacen que tus proyectos sean exitosos o que tus clientes estén felices más allá de los informes e indicadores? ¿Cuáles son los ingredientes esenciales? ¿Qué estás haciendo para retener el conocimiento crítico para el crecimiento de tu organización?

En este blog, vamos a hablar de los aspectos básicos que deben ser considerados para implementar iniciativas de gestión del conocimiento que contribuyan a los objetivos de tu organización.

Primero, lo primero: Tipos de conocimiento

Cuando hablamos de conocimiento nos referimos principalmente a dos tipos, el explícito y el tácito (o implícito), esto es importante porque dependiendo del tipo de conocimiento que nos interesa retener y/o transferir vamos a elegir el enfoque y métodos para gestionarlo.

El conocimiento explícito se refiere al conocimiento codificado o estructurado y fácil de transferir de una persona a otra, como el que está en manuales, procedimientos, libros y tutoriales. Por otro lado, el conocimiento tácito emerge de la práctica y forma parte de nuestro modelo mental, se refiere a aquel que se  utiliza de forma intuitiva e inconsciente y que se adquiere mediante la propia experiencia. 

El conocimiento tácito se caracteriza por ser personal y contextual, y por tanto más dificil de codificar y transferir. Es más difícil de gestionar, por que su identificación requiere efoques reflexivos para extraerlo de las experiencia personales o colectivas, conceptualizarlo y transformarlo en conocimiento explícito para transferirlo.

Por ejemplo, un manual o un tutorial de manejo es conocimiento explícito, proporciona información sobre los parámetros técnicos del auto, el paso a paso desde encender el motor hasta como parquearte, las reglas de tránsito, medidas de seguridad, tips, y la lista puede seguir. 

Sin embargo, cómo reaccionas en un incidente de tránsito en la vida real involucra tu experiencia previa, instinto, reflejos y rapidez con que tomas decisiones, el auto que conduces, el contexto de la carretera, las personas con que viajas, etc. Este conjunto de factores representa tu conocimiento tácito sobre conducir, no es evidente para los demás y sin ser articulado y conceptualizado es difícil de transferir, sin embargo representa un  recurso importante para evitar accidentes de tránsito en el futuro.

Un documento de perfil de proyecto y planificación es conocimiento explícito, útil para llevar a cabo las actividades y tener un conocimiento general de lo que tienes que hacer. Pero, para lidiar con atrasos inesperados, clientes descontentos y conflictos, probablemente vas hacer uso de recursos de experiencias pasadas, aspectos culturales, características personales  e intuición para superar los desafíos y encontrar soluciones. Y bueno, apostaría que ese conocimiento no está en un manual, no está verbalizado y puede ser que no estés aún consciente de que lo tienes. Pero, de igual forma es muy importante para concluir tu proyecto con éxito.

Retener el conocimiento con próposito: Gestión de Conocimiento

Cuando hablamos de gestión de conocimiento, nos referimos a cómo lo usamos para que agregue valor a la organización. Esto significa que existe una intención clara para  compartir y hacer accesible el conocimiento a un público específico para un propósito establecido.

La gestión del conocimiento implica identificar y codificar el conocimiento importante, así como establecer los procesos y sistema para que  fluya de forma efectiva y constante. En otras palabras, habilitar el ambiente para que se identifique, articule, comparta, sea accesible y se utilice para el fin deseado, por tanto también requiere que se promueva su uso en la cultura de una organización. 

Dependiendo de los objetivos que se quieran alcanzar variará el tipo de conocimiento que se priorice y el enfoque para gestionarlo. Esto podría ir desde hacer accesible a trabajadores y clientes información importante, a transferir conocimiento crítico para mejorar las prácticas o procesos operativos dentro de la organización.

Para hacer accesible conocimiento explícito (ya codificado) se podría implementar un sistema “self service” a través de un buscador donde los trabajadores puedan acceder a un banco de datos por categorías y temas de forma fácil y rápida.

Si el propósito es mejorar la práctica, se debe tener en cuenta que no todos los factores para replicar un éxito están explícitos en los informes, y qué aprendizaje valioso también se encuentra en las experiencias de las personas y los equipos de trabajo. Para articular el conocimiento tácito se recomiendan métodos que faciliten la reflexión crítica de experiencias pasadas para identificar aprendizajes.

Es común que organizaciones internacionales desarrollen estudios de Sistematización de Experiencias para extraer lecciones aprendidas de programas o proyectos multianuales y con múltiples actores. Esto les permite documentar el conocimiento generado para integrarlo en futuras intervenciones.

La Sistematización de Experiencias es un enfoque de gestión de conocimiento que tiene la intención de mejorar la práctica, permite rescatar el conocimiento tácito a través de la reconstrucción, ordenamiento y reflexión crítica de los hechos. Se realiza al concluir un proyecto o programa, con el objetivo de documentar y divulgar las lecciones aprendidas.

Por otro lado, habilitar espacios para el intercambio de experiencias entre trabajadores seniors y recién llegados puede ser útil si el propósito es transferir conocimientos valiosos a la generación más jóven. Algunas empresas implementan programas de tutoría para cerrar la brecha generacional y promover relaciones menos jerárquicas entre colaboradores. La “mentoría inversa” es un ejemplo donde colaboradores se integran a programas de transferencia de conocimiento que promueven el intercambio en dos vías, los empleados seniors son mentores de generaciones más jóvenes, y los empleados jóvenes comparten con los seniors conocimiento de su interés. 

Conclusión

Las personas en las organizaciones generan cantidades inmensas de conocimiento (explícito e implícito), sin una estrategia de gestión puede ser abrumador el implementar iniciativas para retenerlo. Es importante tener en cuenta que existen diferentes enfoques para gestionar el conocimiento dependiendo del tipo de conocimiento y el objetivo que se quiere alcanzar.

El conocimiento implícito está subutilizado principalmente porque es más difícil de articular y transferir, sin embargo proporciona un recurso valioso para mejorar la práctica en las organizaciones.

Las acciones para gestionar el conocimiento tácito pueden iniciar de forma simple y evolucionar con el tiempo, desde sesiones de retrospectiva con el equipo de trabajo después de un proyecto, hasta estudios especializados como la Sistematización de Experiencias para extraer los aprendizajes de programas complejos.

Por otro lado, gestionar el conocimiento explícito, puede ir desde clasificar, ordenar  y compartir documentos en google drive, a la creación de plataformas de banco de datos  “self-service” para trabajadores y clientes en organizaciones grandes.

Sea cual sea la iniciativa, es importante tener presente que:

Las iniciativas son efectivas cuando se enmarcan en estrategias más amplias de gestión del conocimiento y alineadas con objetivos a largo plazo de la organización.
El conocimiento debe fluir, por tanto requiere habilitar los procesos y  sistemas para que circule eficientemente y sirva a los objetivos establecidos, lo que implica establecer los procesos y sistemas  para identificarlo, articularlo, compartirlo, hacerlo accesible fácilmente al público objetivo y promover su uso de forma continua.

Técnicas para citar sin plagiar (y no agonizar en el intento)

Citar es un recurso indispensable en el campo de la investigación. Por eso es importante conocer las dificultades que vivimos cuando aprendemos a escribir y sobre las posibles soluciones que podemos tener en cuenta al plasmar nuestras ideas y las de otros desde un ámbito profesional.

¿Cuántos vivimos en nuestra carrera universitaria frustración a la hora de escribir o nos sentimos perdidos al redactar un ensayo de acuerdo con un formato de citación que desconocíamos? Imaginemos que estamos ante la famosa hoja en blanco que frustra hasta el mejor de los escritores y bajo el bombardeo de información académica que desestabiliza a cualquier investigador. Escribir académicamente no es una tarea fácil y tampoco interiorizar un formato de citación es algo que se aprende de un día para otro, a veces sentimos que agonizamos en el intento.

Pero, si a ambas actividades las pensamos como técnicas constructivas a ejercitar probablemente sintamos comodidad en nuestro trabajo investigativo. Por técnicas constructivas entendamos aquello que tiene un proceso de conocimiento ordenado y concatenado que puede ser puesto en práctica. No es lo mismo empezar un escrito si primero hicimos una investigación previa de recopilación de información, que formular una hipótesis sin tener conocimiento en el tema y creer que cualquier idea que se nos viene a la mente es válida. La escritura es un proceso ordenado que empieza antes de redactar ese informe, ensayo o artículo que vamos a presentar.

En las aulas de clase: colegios, universidades e instituciones técnicas, muchas veces los profesores damos por hecho que el estudiante tiene herramientas para investigar, o incluso que esa persona tiene gusto por plasmar ordenadamente sus ideas en un escrito. Cuando no tomamos en cuenta el aprendizaje previo de nuestros estudiantes y tampoco el contexto del sistema educativo del país, fácilmente encontraremos a un estudiante frustrado con la escritura y sin ánimos de recibir nuestra clase. 

Probablemente hemos visto un escrito lleno de citas sin sentido y sin comentar, a lo mejor así eran nuestros primeros trabajos en la universidad. Ensayos que parecen rompecabezas o textos plagiados, sacados de internet, como expresión de engaño a los que somos profesores y una manera que el estudiante tiene para salir del apuro. Según Bonilla del Río (2022) el plagio y autoplagio (reutilizar un estudio propia ya publicado como original, sin dejarlo claro al lector) son prácticas frecuentes y motivos de rechazo cuando una investigación la mandamos a concurso o queremos publicarla en una revista internacional. La autora recomienda que evitemos un uso excesivo de citas de un mismo escrito o autor y mención de investigaciones propias. Para ella es importante dar crédito a los autores que estudiamos por muy asumidas que tengamos sus ideas.

El plagio es un problema fundamental que está en el sistema mismo de enseñanza, desde la institución que no ofrece herramientas, cursos y un apoyo constante hasta la actitud académica que tenga el estudiante y profesor con las técnicas de redacción. La cuestión es que a largo plazo, si no tomamos medidas constructivas, será perjudicial en la formación integral del estudiante, los objetivos del profesor y la calidad de la educación en general. Esta falta de empatía por la escritura luego se traslada al mundo laboral. Existen instituciones y empresas donde sus trabajadores no saben escribir un informe o se dedican a plagiar datos de otros centros, al punto de crear un círculo vicioso difícil de romper. 

La clave de citar sin plagiar está en el tipo de formación que brindemos sobre las técnicas de escritura, qué tan informados estemos sobre las consecuencias del plagio y el valor profesional que le demos a nuestra investigación, ya sea una empresa o trabajador, universidad o estudiante, la escritura a nivel profesional tiene que ser una actividad central.

Técnicas constructivas para escribir a nivel profesional

Al realizar una investigación, sea académica o laboral, tenemos que tomar en cuenta las técnicas constructivas del formato y el contenido de nuestro escrito. En primer lugar saber qué tipo de formato de citación vamos a utilizar. Cada formato está hecho para ciertas disciplinas científicas. Hay formatos del documento como tamaño de letra y alineación del texto, abreviaturas, pie de páginas o lista de referencias; al igual que el orden de cada uno de los elementos que tendrá el escrito, desde portada, índice y anexos.

En el caso de las citas, estas se pueden dividir en: citas textuales o parafraseos y  pueden ser narrativas o parentéticas (puestas entre paréntesis). Si se trata de citas cortas o largas (usualmente la extensión depende de cuántas palabras se acepten en el formato de citación) se recomienda que una cita corta sea de menos de 40 palabras, mientras que una larga (de más de 40 palabras) “se escribe aparte del texto, con sangría izquierda aplicada al párrafo en 1.27 cm y si comillas” (Normas APA, 2020). Esto es parte del conjunto de parámetros que son necesarios ver en conjunto al momento de escribir.

Segundo, hay que tomar en cuenta las reglas para citar a los autores dentro del texto: si es uno o son dos, tres o más; si se trata de un autor corporativo abreviado o un autor corporativo sin abreviación; o si vamos a utilizar a un mismo autor con publicaciones de fechas diferentes. Igual para los tipos de escritos con los que vamos a trabajar. Hay diferencia entre citar un periódico, una revista, entrevista o el capítulo de un libro. Para los amantes de los materiales audiovisuales como podcast, películas documentales, audios o videos también existe un formato para cada uno. Por eso es valioso saber cuáles son nuestras fuentes y qué tipo de normativa vamos a utilizar para nuestro escrito.  

En tercer lugar, al final de cada investigación es importante que tengamos en cuenta si vamos a poner referencias o bibliografía. La diferencia es que las referencias, que casi siempre las pide APA, suelen ser aquellos textos, autores y fuentes que citamos dentro del texto, mientras que la bibliografía son aquellos textos que sirvieron de base o inspiración para la investigación pero no se integraron en el cuerpo del escrito. 

Luego hay otra cosa que no nos suelen decir cuando estamos aprendiendo a escribir para publicar. Cada revista, editorial, empresa, institución o academia tiene líneas bien establecidas del formato de citación que utilizan y crean sus propios parámetros de publicación que un investigador debe considerar antes de mandar su escrito a esa entidad. 

Si cada una de estas características las tomamos en cuenta antes, durante y luego de tener nuestro texto, seguramente tendremos éxito con nuestro trabajo. Formato y contenido van de la mano y ambos garantizan que nuestras técnicas constructivas sean reglas bien aplicadas para obtener un resultado de calidad y resolutivo en cualquier campo científico. Con el tiempo y la ejercitación de los formatos de citación podremos apropiarnos de ellos y veremos el impacto que tienen cuando escribimos de manera profesional. Citar y escribir como cualquier deporte requiere de entrenamiento, aprender técnicas y practicar constantemente para evolucionar en nuestra actividad intelectual.

Tips para citar mejor

Para concluir,  en esta sección comparto algunos tips para facilitar la producción del escrito y comunicación con los lectores. Tenemos que tener en cuenta:

1. Si estamos empezando en el mundo de la escritura podemos inspirarnos en otros escritores o especialistas para ver cómo escriben ellos. Copiarnos de su estilo y estructura no es lo mismo que plagiar. Con el tiempo uno encuentra su propia voz, pero siempre es bueno que alguien nos empuje.

2. Plagiar y parafrasear no es lo mismo. Parafrasear es plasmar la idea de un autor que destacamos en el escrito pero que lo expresamos con nuestras propias palabras a un nivel interpretativo o aplicado. Plagiar, es mantener una idea como si fuera propia y no mencionar al autor que la formuló. Un escrito tiene elegancia y sustento cuando los comentarios y parafraseos mantienen al autor y a su idea.

3. Tener en cuenta que diferentes  áreas/diciplinas científicas  requieren de formatos de citación y  elementos especificos para la producción de un escrito. Desde un tipo de portada y numeración de páginas, hasta tablas, figuras, anexos, etc. 

4. Evitar muchas citas sin una intención. Es mejor contar con tres autores y comentar sus ideas que atiborrar de citas sin tener capacidad de crítica. Si una referencia está en nuestro texto es por algo concreto y no para salir del apuro.

5. Citar no es sinónimo de tener la respuesta al problema o justificar nuestro tema. Aplicar una cita de alguien que es visto como “máxima autoridad” es muy común, pero si esta es la única razón entonces caeríamos en argumentos ad verecundiam que es un tipo de falacia lógica que alude a la aportación de datos en un argumento para presentar la imagen de una persona que popularmente es reconocida como si lo que ella dice es un argumento que no se pude invalidar.

6. Mantener citas actualizadas. Cada año hay nuevos aportes en las diversas áreas del conocimiento. Por mucho que nos parezca que nuestra investigación es novedosa, seguramente en algún lugar del mundo ya alguien pensó, escribió y publicó sobre lo mismo. Es importante estar informado de esas publicaciones porque le dará mayor seriedad a nuestro trabajo.

7. A veces una cita breve puede ser más valiosa que copiar una cita textual de diez o quince líneas. El arte de extraer ideas principales nos ayuda a sintetizar y plasmar con precisión lo que se quiere analizar, criticar o sostener con la cita que usamos. Si la cita es demasiado larga nos toca comentar más ideas y esto nos podría crear inconvenientes en el mensaje que queremos transmitir.

8. Conocer las citas oficiales de algún autor, libro o tema. A nivel internacional hay ciertas citas que son comentadas e interpretadas de muchas maneras. Esas citas se convierten en clásicas y son importante tenerlas en cuenta si queremos entrar en una comunidad científica o académica.

9. No sólo citamos textos científicos, literarios o artículos. Una entrevista o una película documental son recursos igual de importantes y cada formato de citación te brinda las formas para ser citados. El testimonio es fundamental cuando se tratan de investigaciones en los que se va a terreno.

10. Disfrutar de todo el proceso de escritura. A pesar que hay momentos frustrantes cuando escribimos y podemos pasar días sin expresar nuestras ideas. El trabajo intelectual y la escritura académica en particular no es un trabajo mecánico, sino dinámico. Por lo que esos altibajos son producto del trabajo intelectual y no hay que verlos como algo ajeno a nuestro proceso.

Finalmente, cuando usamos citas en nuestros escritos tenemos que practicar mucho, comprender los formatos y ordenar el contenido de nuestra información de tal manera que esas técnicas constructivas nos ofrezcan resultados efectivos. El mundo de la investigación nos puede abrir a nuevos horizontes profesionales, aprender de otras disciplinas y conocer especialistas que han aportado en  el campo de estudio que nos gusta. Investigar y plasmar nuestros hallazgos en un escrito va ir de la mano con las horas que cada persona le dedique a su trabajo. No existe un escrito perfecto, pero sí un escrito de calidad. Evitemos esa imagen de la obra maestra en una sociedad donde hay demasiadas publicaciones. Disfrutemos de los formatos de citación como herramientas de aprendizaje para que nuestra escritura sea un ejercicio satisfactorio sin tener que agonizar en el intento.

Referencias

Bonilla del Río, M. (2022, mayo 16). La importancia de citar y referenciar correctamente. Revista comunicar.

Centro de Escritura Javeriano. (2020). Normas APA, séptima edición. Pontificia Universidad Javeriana, seccional Cali.